jueves, 11 de diciembre de 2014

DETALLES

Aprendí de vivir, de borrar, de escribir
de tocar el cielo y de caer
con ganas de volver
Aprendí de llorar, de reír, de soñar
de ir al fin de mundo y regresar
con ganas de volar
Aprendí de latir, de querer
y de seguir libre.
Aprendí
Rosana
¿Habéis visto la obra de teatro “El Cavernícola“? Si no la habéis visto no podéis dejar de hacerlo. En Madrid se está representando ya la sexta temporada de este monólogo interpretado por un maravilloso Nancho Novo.
Yo la vi hará unos tres años y me pareció simplemente espectacular. Me reí muchísimo al verme reflejada en la mayoría de las situaciones de las que habla el protagonista.
“El cavernícola” es el monólogo más representado de la historia de Broadway. Trata de dar unas pautas que sirvan para erradicar la gruesa barrera de incomprensión que separa a hombres y mujeres en su día a día.
El monólogo cuenta que las diferencias entre hombres y mujeres no son nuevas sino que se remontan a la prehistoria. En esos años, el hombre cavernícola se dedicaba a cazar y la mujer, ese ser mágico y divino, a recolectar. A raíz de esta premisa histórica se dividieron los caminos del comportamiento del hombre y la mujer, para no volver a unirse jamás.
Dice Nancho Novo en la obra que el hombre, como cazador por naturaleza, centra todo su esfuerzo en un sólo objetivo (cazar, comprar algo, comer o ver la tele), sólo uno. Por el contrario, la mujer, como recolectora, necesita recoger detalles de todo su entorno, siempre necesita alimentarse de información.
Pero el momento cumbre del monólogo, ese en el que todos los que estábamos en la sala soltamos una carcajada unánime fue cuando el protagonista se refirió a una palabra que es objeto de discordia entre los hombres y las mujeres. Una palabra que ellos están cansados de escuchar y nosotras de repetir. Una palabra que es mucho más que una palabra y que implica muchas cosas. El actor la pronunció despacio, la palabra es: DE-TA-LLES.
En ese momento de la obra todos miramos a nuestra pareja como diciéndole ¿ves como no soy la única a la que le gustan?
¿Y por qué os hablo de este monólogo? Me ha venido a la cabeza preparando el post de hoy que precisamente va sobre los detalles. ¿Por qué son tan importantes para las mujeres? Y con detalles no me refiero a grandes regalos ni flores, no. Sino a esas pequeñas cosas que nos alegran los días. Una nota en la nevera o en el ordenador del trabajo, un mensaje bonito de buenas noches, una canción con significado en el coche, un sms bonito cuando menos te lo esperas o simplemente una mirada que lo dice todo cuando te acabas de arreglar y estás con mil dudas.
Estamos hartos de oir eso de que “los detalles marcan la diferencia” pero es que es verdad. En cualquier situación, por cotidiana que sea, ser detallista hace que las cosas luzcan mucho más. Yo me considero una persona bastante detallista, también en casa que es de lo que os quiero hablar hoy. Me gusta cuidar cada detalle, por ejemplo cuando vienen amigos a cenar.
En los últimos comentarios me preguntáis mucho por la decoración de casa. Hoy os traigo algunas ideas para dar un toque diferente a nuestro hogar de una manera fácil y asequible para todos.
La semana pasada organicé una cena con mis amigos de toda la vida. Me apetecía que la casa tuviera un punto otoñal-navideño así que el día anterior me fui a pasear por un pinar que hay cerquita de casa para ver qué encontraba. Me abrigué bien porque esta semana han bajado muchísimo las temperaturas y bolsa en mano salí en busca de mi “decoración”.
No me costó mucho encontrarla. De camino al pinar la acera estaba llena de hojas secas. En cualquier esquina o alrededor de los árboles encontré montoncitos de ellas. Eso me podría servir. Al entrar en el pinar enseguida vi un montón de piñas y setas.
piña
seta
hojas_1
En unos quince minutos ya había encontrado todo lo que necesitaba. Tenía en mente el centro que iba a preparar.
Al llegar a casa me acordé de que había guardado unas castañas en un recipiente de cristal así que cogí unas cuantas para rematar la faena.
centromesa
Usé un candelabro antiguo al que tengo mucho cariño y que suele ser el que utilizo como base para los centros de mesa. Os dejo foto de cómo quedó. La verdad es que tuvo bastante éxito.
candelabro
Una vez con la mesa decorada, lo siguiente y también muy importante son las flores. Como ya sabéis mi preferida es la margarita. Una flor sencilla y atemporal. Para esta época del año elegí la granate, me parece la más adecuada.
flores
Para meter las margaritas improvisé unos jarrones que son muy fáciles de hacer reciclando botellas de zumo, agua, cremas de verdura de esas que venden ya hechas o cualquier otra botella que os guste. Podéis decorarlos con lazos, tiras bordadas o incluso cuerdas. ¡¡Este es el resultado!!
cintas
jarron
Seguimos con los detalles. Para servir el aperitivo utilicé plaquetas de pizarra que se utilizan normalmente para suelos de interior o exterior. Son bastante grandes, así que pude poner varios aperitivos juntos.
comida
Y ya por último os dejo más fotos de cómo preparé todo; la bandeja con varios tipos de vasos, otra con velas de diferentes tamaños, colores y formas. Aunque no os lo creáis, todavía guardo ese trapito que hacíamos en el colegio con distintos tipos de puntadas. No es lo más elegante del mundo pero a mí me hace mucha ilusión utilizarlo para poner varios tipos de panes (semillas, centeno, integral…)
velas
La cena fue todo un éxito y lo pasamos fenomenal. No hay nada como una reunión de amigos con los que te sientes cómoda para que las horas pasen volando.
chupitos
Aprovecho que os estoy hablando de cositas de casa para enseñaros algunas de mis últimas compras. Ya sabéis que me gusta mezclar muebles y objetos que encuentro en webs de menaje y decoración con otras que elijo “in situ” en mercadillos, anticuarios y por supuesto el rastro de Madrid.
¡Os dejo fotos!
silla
Mesa de escritorio que compré en el rastro.
Silla que encontré en un mercadillo solidario al que fui hace unos meses.
Y todas estas cositas son de Kenay Home, una tienda que coincide mucho con mi gusto por la sencillez de sus muebles y su estilo acogedor.
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Escalera y cesta.
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Lámpara con estrellitas.
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Detalles de Navidad.
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Estrella y lámina.
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Cojines y postales.
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Manta.
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Y este cabecero lo tengo fichado desde hace tiempo para la habitación de invitados.
Antes de despedirme, una recomendación gastronómica. Hace unos días conocí el restaurante italiano Mercato Ballaró. Un sitio estupendo, elegante y acogedor con una cocina buenísima. Para ese día, que hacía un montón de frío estrené abrigo y gorro y me puse una de mis bufandas preferidas.
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Llevo: vaquero y gorro de lana de Top Shop, botas de Catarina Martins que ya me habéis visto, abrigo de Dolores Promesas, bolso de Uno de Cincuenta, jersey de Hoss Intropia y bufanda que me hizo mi abuela.
Siguiendo con el mismo tema con el que empezaba el post, cuidemos los pequeños detalles tanto en nuestro día a día como hacia los demás. La mayoría de las veces no cuestan nada y sirven para sacar una sonrisa al que los recibe.
Si lo pensamos detenidamente, todo en la vida son detalles. Vivimos esperando que lleguen grandes acontecimientos, fechas señaladas o momentos importantes que nos deslumbran y no nos dejan ver las pequeñas cosas tan increíbles de las que están llenos nuestros días. Sólo hay que abrir bien los ojos. La risa de nuestros hijos, una planta que florece, el canto de un pájaro. No desestimemos nunca el poder de las cosas pequeñas.
Así que ahora que podemos aprovechemos para hacer esa llamada, escribir esa carta, dar esa palmada en el hombro o enviar ese mensaje de aliento.
Decía El Cavernícola con mucha gracia que las mujeres “se creen que los hombres tenemos detalles pero no se los queremos dar ” :)
En el fondo, todos tenemos muchas más cosas que dar de las que nos pensamos. Cosas que pueden cambiar el mundo.
Para terminar, os dejo un cuento de Paulo Coelho que me ha venido a la mente mientras escribía el post, mi pequeño detalle para vosotros.
QUÉ POBRES SOMOS
Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que viera cuán pobres eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje y de regreso a casa, el padre le pregunta a su hijo:
“¿Que te pareció el viaje?” – preguntó el padre.
“Fue fantástico Papá!” – dijo el hijo
“¿Viste qué tan pobre puede ser la gente?” – preguntó el padre
“¡Oh, sí!” – dijo el hijo
“Y… ¿qué aprendiste?” – preguntó el padre
El hijo contestó:
“Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.”
“Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín… y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos y otras bellezas.”
“Que nosotros importamos lámparas del Oriente para alumbrar nuestro jardín… Mientras que ellos se alumbran con la luna y las estrellas.”
“Que nuestro patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo el horizonte de patio.”
“Tenemos un pequeño pedazo de tierra para vivir y ellos tienen campos que van más allá de nuestra vista.”
“Que nosotros compramos nuestra comida… Ellos, siembran y cosechan la de ellos.”
“Nosotros cocinamos en estufa eléctrica… Ellos, todo lo que comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña.”
“Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas… Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.”
“Nosotros vivimos conectados al celular, a la computadora, al televisor… Ellos, en cambio, están “conectados” a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del valle, a los animales, a sus siembras, a su familia.”
“Especialmente papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo y rara es la vez que conversan conmigo.”
El padre se quedó mudo… y su hijo agregó:
“¡Gracias Papá por enseñarme lo pobres que somos!”
Seguimos la próxima semana.
¡Un beso enorme!

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